En los últimos 20 años, hemos sido testigos del florecimiento de personajes que afirman ser sanadores cuánticos, facilitadores de sustancias enteógenas o curanderos. Individuos de diferentes edades y procedencias, supuestos conocedores de métodos indígenas para sanar el cuerpo y el alma. Por lo que es fácil ser engañados o seducidos por sujetos carismáticos que dicen poseer poderes sobrenaturales y permisos ancestrales para ser curandero.
De niña, cada vez que tenía un problema mi madre solía decirme: “La risa es la mejor medicina”. Ese viejo adagio a veces me hacía sentir mejor. Pero ¿Cuál es la “mejor” medicina para sanar tanto el cuerpo como el alma?
¿Hay algo que se pegue más que una buena melodía? Cada vez que se escucha una canción se evoca un momento, una etapa determinada de la vida, un amor que pasó… Desde el año 1500 a. C. ya había constancia de la influencia de la música sobre el cuerpo humano considerándola como un agente capaz de curar el cuerpo, calmar la mente y purificar el alma.