La salud mental no depende de compañía

 

¿Te has dado cuenta que actualmente entre más gente hay en las grandes ciudades, más solos estamos? Muchas veces, aún rodeados de gente nos sentimos solos.

Hay estudios que asocian la soledad a la demencia y a otros problemas mentales. Pero en un mundo en donde cada vez más el contacto humano parece estar fuera de nuestro alcance, y donde parece difícil relacionarse, ¿cómo es posible no sentir soledad y ser saludable?

Sería muy útil un servicio 24 horas disponible, en el cual se pudiera llamar a alguien que viniera a la casa, a la oficina, o quizá hasta en una fiesta, y que su compañía fuera segura y confiable. Pero, la cuestión no se va a resolver así.

El cuidado seguro y confiable nos recuerda la relación de los padres con sus hijos; pero cuando uno es adulto, esta sensación de cuidado paternal y maternal se pierde ya sea por la falta de ellos u otro motivo.

Una de las oraciones más populares para llamar por ayuda empieza así: “Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre…”

Uno puede pensar en esta oración, cuando se trata de pedir ayuda en casos de emergencia o momentos de escases, pero ¿será útil para llamar por ayuda cuando se siente solo? Y ¿cómo llamarle a este Papá para pedirle compañía?

La autora estadounidense y pensadora cristiana Mary Baker Eddy presenta el sentido espiritual de las primeras líneas de esa oración en su libro Ciencia y Salud: “Nuestro Padre-Madre Dios, todo-armonioso… Tu reino ha venido; Tú estás siempre presente”.

En esta idea innovadora, la autora propone hacer un llamado espiritual no solo a un padre para que con su fuerza nos proteja con seguridad, sino también a una mamá, que nos acompañe, dé su tierno cuidado y esté siempre presente.

Si bien algunas veces no se puede elegir la presencia de alguien más, sí se puede elegir los pensamientos y la calidad de ellos.

Pensar en estas ideas en momentos de soledad ayuda a sustituir los temores y tristezas. Uno entonces puede sentirse tranquilo y disfrutar de buena salud mental, un estado equilibrado y feliz, por saber de la presencia cuidadosa del Padre-Madre espiritualmente siempre presente.