Sal de ese desierto que te hace infeliz y dile adiós a la depresión con gozo y alegría

 

Quién no ha escuchado la frase “estoy con la depre”, para referirse a que no tiene ganas de hacer nada. Aunque esto pareciera gracioso y banal, los estudios actuales sobre salud mental indican cifras elevadas de personas que sufren depresión en todo el mundo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que la depresión se convertirá en el año 2020 en la segunda causa de incapacidad en el mundo. Según estudios del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi, de Lima, se estima que más de un millón personas en el Perú tienen síntomas depresivos.

La palabra depresión viene del latín “depressio”, que significa hundimiento, abatimiento, opresión.

Y ¿cómo salir de ese abatimiento y opresión que pareciera hundirnos?

En mi experiencia, hace muchos años, atravesé por un periodo de tristeza y abatimiento, cuando mi hijo recién había nacido. Añoraba el tiempo que pasé alejada de mi familia, por motivos de estudio, trabajo y después de casada. Mientras estaba acompañada, todo estaba bien, pero cuando me encontraba a solas, la tristeza me embargaba.

En mis ganas de salir de ese estado, empecé a leer y estudiar con más dedicación todo lo que se relacionaba con pensamientos más espiritualizados, acerca de mi verdadero ser, inseparable del Amor divino, como lo estaba aprendiendo en la Ciencia Cristiana.

Buscaba pensamientos alegres y que me dieran seguridad. Me fue de gran utilidad encontrar en el best seller Ciencia y Salud cuya autora, Mary Baker Eddy, expone ideas de cómo vivir con armonía, alegría y salud, las siguientes palabras: “Paso a paso aquellos que en Él confían hallarán que ‘Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones’ ”. Yo sí quería confiar en ese amparo y fortaleza que proviene de Dios y que cubre a todos por completo.

Paso a paso, la tristeza fue reemplazada por la alegría. Me alentaba saber que por más deprimidos que estemos, el mensaje divino siempre nos llega. Vi que era posible ceder a algo más alto y supremo como es el amor de Dios que cuida y abarca a todos en cada lugar en donde estemos, y sobre todo entender que cada uno de nosotros es la expresión de Dios, alegre y armoniosa. Esta nueva forma de pensar y de reconocerme cambió totalmente mi manera de ver la vida y mi entorno.

Ya no hubo pesar ni tristezas, y ahora tengo la certeza que el amor de Dios sana y reconforta siempre.

Para Hilda López, de México, sanar de depresión fue como salir de un desierto. Después de varios meses de no desear saber nada del mundo y permanecer en su habitación llorando por problemas personales y económicos, decidió hacer un alto a todo eso y dar el primer paso, buscar y conocer más sobre su relación con Dios. En esa búsqueda entendió que no estaba sola, que el Amor divino sana todo sentimiento de tristeza y depresión. Ahora ella ha encontrado alegría. Comprendió que puede confiar y apoyarse en esa unión inseparable del amor de Dios.

Este nuevo conocimiento de su relación espiritual con Dios le hizo entender que siempre y bajo cualquier circunstancia existe una salida en donde el Amor divino protege, sostiene y sana.

De la misma forma en que Dios guió a Moisés y al pueblo hebreo a salir de la opresión de Egipto y cruzar el Mar Rojo hacia la libertad, de igual modo el Amor divino puede guiar y rescatar a todo aquel que desea salir del mar del abatimiento y de la depresión. Todos podemos sentir el tierno abrazo del Padre-Madre que no nos abandona, nos consuela y nos lleva a una vida con seguridad, confianza y alegría.

Esa presencia divina en nuestra vida elimina el pesar y hace surgir el gozo, la alegría y la confianza en el bien. Aunque se presenten nuevas situaciones desafiadoras, tenemos la certeza de que nunca estamos solos, porque el Amor divino, Dios, está y va delante en el camino.

 
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