Es el último signo del calendario, representa la culminación de la experiencia humana. Encierra los logros de los once signos anteriores, así como sus errores. Por ello se lo cataloga como el más sabio de los signos. Espiritual, perteneciente al reino de los místicos, soñadores y visionarios. Los mueve la emoción, el amor, el desinterés y los idealismos, aunque también es un signo de contradicciones, indecisiones, confusión, sentimentalismo y escapismo.