¿Tienes salud? ¿Eres feliz? Si tu respuesta es positiva, entonces vives en el cielo

 

Cuántas veces oímos decir que el cielo y el infierno están aquí en la Tierra. Es razonable pensar que el cielo no es una localidad en las alturas, ni el infierno algún recinto por debajo de la Tierra. Es muy saludable saber que el cielo es un estado armonioso de la conciencia, donde sea que nos encontremos.

Por otro lado, al creer que el infierno está en la Tierra, lo asociamos a la mala salud, a actos de corrupción y a la infelicidad, entre otros.

En varias oportunidades pude ser testigo de lo que es sentirse en el cielo, al hacer alguna acción generada por la solidaridad, al expresar amor hacia el prójimo a través de una palabra de aliento u oración para alguien que lo necesitaba.

Asimismo, hay personas que han experimentado el cielo, a través de vivencias cercanas a la muerte.

El neurocirujano Dr. Eben Alexander, por ejemplo, en el otoño del 2008, después de siete días en coma, experimentó algo tan profundo que le otorgó una razón científica para creer en la conciencia independiente del cerebro, pues su experiencia cercana a la muerte, sucedió cuando la corteza cerebral había dejado de funcionar.

Su conciencia ya libre de actividad, viajó a una dimensión que nunca había soñado que existía, como lo relata en su Libro “La prueba del cielo”.

No creo necesario vivir lo que confirmó el Dr. Alexander, para experimentar el cielo. Es suficiente sentir algo que realmente nos conecte a lo Divino para vivir mejor, y demostrar que estamos aquí para dar testimonio de la vida, la salud y el bienestar completo.

El best seller Ciencia y Salud, de la reconocida escritora cristiana Mary Baker Eddy, define el cielo no como una localidad sino como un estado armonioso de verdadera espiritualidad, felicidad, donde la atmósfera del bien gobierna.

Esa espiritualidad nos liga y une con lo Divino, y hace que alcancemos la felicidad aquí en la tierra. Aunque físicamente haya una desconexión con la parte neurológica, la eterna vinculación con Dios nunca se pierde ni desvanece.

Consulté otro libro de la misma autora sobre esta temática y encontré lo siguiente: “A nuestro Padre le place otorgarnos tanto la salud como el cielo; pues sin salud no podría haber cielo”.

Es real entonces, que es posible experimentar el cielo, demostrando que la salud, el bienestar y felicidad son tesoros que podemos recobrar en el presente.

Hay una identidad espiritual que nos pertenece y que nos dice lo que somos. El cielo está donde cada uno se encuentre, porque es visible y evidente en el pensamiento espiritualizado.

Podemos comprobarlo aquí y ahora

LA MUERTE NO ES SINO UN PASO A LA VIDA ETERNA Y SOLO CUANDO SE TOMA CONCIENCIA SE PUEDE SOBRELLEVAR LA PARTIDA DE LOS SERES QUERIDOS. EDGAR AGUILAR CAMACHO COMPARTE EN SU LIBRO JUNTO A LA MUERTE UNA BRISA DE ESPERANZA TODAS SUS VIVENCIAS PARA QUE EL LECTOR ASUMA ESE CAMINO INEVITABLE CON SABIDURÍA Y MADUREZ.