Paraguay, un país donde tienes mucho por ver y conocer

En este artículo nuestros amigos de Viaja la Vida les van a enseñar los lugares que visitaron en Paraguay, junto con una brevísima descripción de cada uno. Es un itinerario que les ayudará a conocer mejor el país y a descartar la idea de “aquí no hay nada para ver”.

Cuando las personas deciden emprender un viaje por Sudamérica, muchas veces no incluyen a Paraguay en su lista. La razón principal quizás sea porque conocen muy poco sobre el país, sin embargo, ese mismo factor fue lo que nos motivó a visitarlo.

Nos despertó la curiosidad el hecho de no saber con qué nos encontraríamos. A pocos días de cruzar la frontera desde Argentina (precisamente en Tilcara, aunque desde ahí hicimos dedo y cruzamos por Clorinda), el encargado de la recepción de un hostal nos comentó: “más que paisajes bonitos, en Paraguay se toparán con una excesiva amabilidad de su gente”.

El afecto lo percibimos en cada ciudad, y a diferencia de lo que dijo el chico, muchos lugares nos sorprendieron, al igual que su gastronomía –en especial la carne–. Entramos al país sin tener una ruta trazada, y gracias a nuestra amiga Mónica, tuvimos una lista con distintos sitios para conocer.

 

 

La estadía no estaba definida, por lo que podíamos recorrer todo lo que quisiéramos, pero fue aquí –precisamente en Filadelfia– donde compramos los boletos de vuelta a Ecuador (con salida programada desde São Paulo), así que muchos lugares nos quedaron pendientes.

Creemos que es necesario contarles todo lo que conocimos y vivimos durante nuestra estadía, para demostrarles que, si dejan de ir a Paraguay, se perderán de una gran experiencia. Es un país al que se entra conociéndolo poco, y se sale amándolo mucho.

Asunción

En el centro de la ciudad se halla un paseo de arte al aire libre, son murales gigantes que le otorgan más vida a la urbe. Durante un instameet tuvimos la oportunidad de apreciar de cerca la mayoría de las pinturas y recibir la explicación de sus mensajes.

 

 

Encontramos un mapa con los puntos exactos en donde se ubica cada mural.

Existen varios mercados municipales donde se puede almorzar a bajo costo, la comida típica es una satisfacción en el paladar. El arroz quesú con carne rondaba los $8.000 gs –USD $1,45–.

La gente salía de sus oficinas para comer aquí. Cerca de nuestro hospedaje quedaba el Mercado 1, pero el más famoso de la ciudad es el Mercado 4. Quizás de atractivo y pulcro no tenía mucho, pero era una visita obligada; fue escenario de la famosa película paraguaya 7 Cajas. No pudimos sacar fotos del sitio por la cantidad de movimiento que había.

 

 

Retomando la parte artística, visitamos el Centro Cultural de España Juan de Salazar, donde hay exhibiciones permanentes. Justamente coincidimos con una muestra fotográfica y el estreno del documental Paraguay Salvaje.

Caminando por el barrio Loma San Jerónimo, encontramos casas coloridas, callejones estrechos construidos como pasadizos secretos y una escalinata con azulejos. Era muy seguro, no hubo problema al sacar la cámara. Subimos hasta un mirador –cobraban $2,000 gs la entrada = USD $0,36– donde contemplamos la ciudad desde lo alto, en realidad era la terraza de una casa que se prestaba para tal espectáculo citadino.

 

 

 

Un sitio al que teníamos muchas ganas de visitar en medio del atardecer, era el mirador Ita Pyta Punta, varias personas nos lo recomendaron, pero cuando acudimos, el sector no nos transmitía confianza y lucía descuidado.

 

 

Por la noche visitamos el Palacio de López, conocido también como el Palacio de Gobierno. Lo llamativo del edificio es que, al ocultarse el sol, es envuelto por luces de diferentes colores.

 

 

La Casa de la Independencia también es otro sitio para conocer más a fondo la historia del país, un museo pequeño que conserva artículos que pertenecieron a importantes personajes de una época pasada.

Museo El Cabildo o Centro Cultural de la República, es el sitio perfecto para rememorar la historia de Paraguay, vimos documentos y fotografías de la Guerra de la Triple Alianza y una sala destinada a todos los inmigrantes que llegaron al país a lo largo de los años.

Desde allí se puede llegar caminando hasta la moderna Costanera de Asunción, donde la gente anda tranquilamente en bicicleta, patines o a pie, durante el paseo es fácil encontrarse con distintos puestos de comida.

 

 

Fuimos en vehículo hasta lo alto del Cerro Lambaré y, aunque el día estuvo nublado, nos asombramos con la estatua del Cacique Lambaré. Para terminar de recorrer la capital, hicimos un corto paseo a pie por la zona moderna donde se encuentra el Shopping del Sol (Av. Aviadores del Chaco).

Paraguarí

Se ubica a dos horas en bus desde Asunción –precio del pasaje $8,000 gs. = USD $1,44–. Visitamos la ciudad con el motivo de escalar el Cerro Santo Tomás con unos amigos (importante ir con alguien que conozca el camino, el sendero no está marcado), aunque se lo veía pequeño, demoramos más de lo esperado en llegar a la cima.

En un área se conservan un grupo de cuevas pero no alcanzamos a conocerlas. En frente descansa el Cerro Hu (significa negro en guaraní), muchos aventureros suelen acampar en la parte alta. Nos confesaron que la noche allá arriba, alejado de todo, es alucinante por la tranquilidad y las estrellas. Desafortunadamente no tuvimos tiempo de escalarlo.

 

 

 

Alejándose un poco de la ciudad –justo en La Colmena– y a tres horas de Asunción, se halla el Salto Cristal, un espacio de naturaleza que se ha convertido en uno de los sitios más visitados y emblemáticos del país.

El ingreso tiene un costo de $20,000 gs –USD $3,60– y para disfrutar de un baño en la laguna, sólo queda descender por unas escaleras de madera ligeramente empinadas y caminar en medio de las rocas.

Es obligatorio alquilar los chalecos para meterse en el agua ($10,000 gs = USD $1,80). Recomendamos primero dirigirse a la parte alta para observar el Salto desde una perspectiva más cautivante, sobre el borde de una roca (dispone de seguridad).

 

 

 

Areguá

Ubicada cerca de la capital, es un pueblo que desde la entrada recibe a los viajeros con puestos de artesanías (como alcancías de diferentes personajes, floreros y demás elementos decorativos). Posee un parque frente al lago –le llaman playa– perfecto para armar un picnic.

A la orilla se encuentra el muelle junto con los botes que pasean a los turistas. Conocimos su iglesia y caminamos por unos vagones abandonados que descansan a un costado de la calle principal.

 

 

San Bernardino

Más conocido como SanBer, es un pueblo muy concurrido en verano. Durante nuestra visita llegamos hasta el tercer piso de una construcción abandonada (bautizada como El Esqueleto), los árboles y los estrechos caminos de tierra se multiplicaban mientras nos asombrábamos por el panorama que teníamos enfrente, pequeñas montañas se asomaban a lo lejos y el cielo se juntaba con el Lago Ypacaraí.

Conocimos el Anfiteatro, y aunque no presenciamos ninguna presentación, nos dimos el tiempo de fotografiarlo. Finalizamos el día viendo la caída del sol a la orilla del Lago Ypacaraí. A pesar de que siempre hemos creído que los atardeceres se aprecian mejor frente al mar, el de aquel día no ha tenido comparación.

 

 

 

Tobatí

Se la conoce como la Ciudad de la Cerámica –cuenta con 2000 olerías– y también está cerca de Asunción. Su atractivo principal es el Mirador ubicado a la entrada de la ciudad, donde tallaron una escultura grande con tres rostros de indígenas adheridas la roca (los primeros pobladores de la zona).

Aquí dos amigas nos llevaron a conocer un sitio poco frecuentado en la parte alta de un cerro. Subimos por unas escalinatas en el estacionamiento trasero de una gasolinera. Fue ligeramente complicado. Éramos los únicos en el lugar, solo nos acompañaban las rocas grandes con formas semicirculares.

La intención del recorrido era hallar una cueva pero nunca lo logramos. Bajamos antes de que oscurezca (no se recomienda ir solo ni acudir durante la noche).

 

 

 

Caacupé

Llegamos en la noche a la ciudad, pudimos conocer la famosa Basílica Menor por fuera (llamada también Santuario de Nuestra Señora de Caacupé) y asomándonos a las rejas de la puerta, alcanzamos a verla por dentro.

Muchos la consideran como la “Capital Espiritual del Paraguay” debido a que el 8 de diciembre acuden miles de devotos para rendirle homenaje a la Virgen de Caacupé. Los peregrinos llegan desde todos los rincones del país. Vienen a dar gracias y otros a implantarse una promesa que deben cumplir para el siguiente año.
Santuario de Nuestra Señora de Caacupé.

 

 

 

Filadelfia

A través de un viaje extenso en bus, llegamos hasta el Chaco Paraguayo, nuestra primera parada fue en Filadelfia. A esta ciudad llegaron los menonitas desde Rusia alrededor de 1930.

Hay museos que cuentan con detalle la historia de los primeros pobladores de la zona, así como la relación que tuvieron con los indígenas, quienes la habitaron desde tiempos remotos (todavía conviven aquí).

 

 

En el lugar abundan los letreros en alemán. Es un sitio sumamente tranquilo, perfecto para los paseos en bicicleta, aunque la tierra y el polvo envuelven todo el territorio, penetran hasta en las mochilas cerradas. Por suerte hay camiones regando las calles para afirmar el suelo. En pueblos más al interior, al polvo le dicen talco.

Por otra parte, los atardeceres lucen flamantes y en algunos rincones (como en la plaza principal y en una finca que nos invitaron, llamada Sarona) se pueden encontrar varios Palo Borracho, un llamativo árbol cuyo nombre original es Samu’u. Tuvo una gran importancia para los soldados paraguayos en la guerra del Chaco, ya que su ancho tronco les sirvió como trinchera.

 

 

Visitamos el Parque Ruedas Pioneras y el Parque de la Memoria, en donde nos encontramos con un gran monumento, llamativo por la historia que guarda y por el valor que tiene para los habitantes, se trata de una réplica del Portal de la Libertad.

El hecho nace en 1929, cuando los fundadores de la Colonia Fernheim –de origen germano holandés–, huyendo del régimen soviético, recibieron el permiso de abandonar el país.

El ferrocarril por el que salían atravesaba dicho portal –el original– que marcaba la frontera entre la Unión Soviética y Letonia. Este portal se convirtió entonces en símbolo de libertad y fue montado aquí –la réplica– para el aniversario 85 de la fundación de la colonia.

Si quieren conocer más a fondo la historia de Filadelfia, recomendamos también el Museo Paseo por Nuestra Historia y el Encuentro con Indígenas y Menonitas, se ubican junto a la oficina de turismo.

 

Loma Plata

Una ciudad más grande, ubicada a 25 minutos de Filadelfia. El primer punto a visitar fue el Museo Histórico, junto a la oficina de turismo, donde aprendimos sobre la Colonia Menno, ellos vinieron desde Canadá en 1921 (después de que les quitaran el derecho a enseñar en alemán).

Les costó mucho adaptarse y sobrevivir en Paraguay, sobre todo porque en ese entonces explotó la guerra del Chaco –1932– y no tenían los conocimientos para cultivar en esta tierra inhóspita.

El encargado de la oficina de turismo nos recomendó contratar un chofer particular para visitar la Laguna Capitán. No encontramos otro viajero que quisiera dividir los gastos, así que asumimos todo el costo ($210,000 gs = USD $37,80). Era la única manera de recorrer los 24 km que nos separaban de aquel destino.

 

Atravesamos una ruta empolvada, transitada en su mayoría por camiones que cargaban ganado. Al cabo de unos minutos llegamos a divisar las lagunas (algunas dulces y otras saladas) a un costado de la carretera.

Cabe destacar que hasta ahora ha sido el lugar donde más fuerte nos ha pegado el sol. Las cámaras también sintieron insolación, pero valió la pena por ver de cerca aves grandes y la cabeza de los cocodrilos –yacaré en guaraní– sumergiéndose.

 

 

No entendíamos cómo podían haber instalado una tabla de madera para lanzarse al lago con estos reptiles deambulando cerca. Según el chofer son mansos, tienen muchos peces para alimentarse, “aunque si están con hambre, no se sabe”, dijo sin soltar sonrisa.

Vimos también huellas frescas de un tapir cerca de los troncos de árboles disecados gracias a la sal, estos le daban un aspecto terrorífico y desolado al lugar. No nos imaginamos estar aquí durante la noche. El sol nos agotaba más de lo habitual, sentíamos el aire acondicionado dentro del auto como una bendición.

Luego de deleitarnos con las lagunas, nos dirigimos al antiguo fortín Villa Militar (conocido también como Isla Poi) que se fundó el 1 de enero de 1927 (en la guerra del Chaco). Después de dos horas de paseo, regresamos a la ciudad para buscar la terminal de buses.

 

 

 

 

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Denisse Espinoza