¡Siempre debe ser época de Navidad!

Para muchas personas, la Navidad es la época más linda y esperada del año, pues incita a la reconciliación, a compartir reuniones con la familia, padres e hijos, con amigos y a muchos los conduce a un espacio de reflexión, a un balance interior de sus vidas.


La conmemoración de la Navidad encierra un momento especial y cualquiera sea la forma que elijamos para celebrarla, nos veremos envueltos en este espíritu único que gira alrededor de todo el mundo, aunque existan países que no la conmemoren.

En algunos casos pareciera que, con su llegada, tenemos que reflejar una escala de valores y dejar atrás el rencor, el orgullo, la tristeza y otras tantas emociones negativas. ¿Por qué no mantener estos valores todo el año?

La espiritualidad supone una nueva visión en nuestra consciencia y cada cual, desde su perspectiva personal. Las cualidades como la solidaridad, la humildad, la fraternidad y el amor se pueden practicar siempre, en todas las épocas del año.

La felicidad y el amor para multiplicarse deben ser compartidos y es necesario que muchas personas accedan a este conocimiento.
La Dra. Nieves Stewart, psicóloga clínica expresa: “Si quieres ser más feliz, debes eliminar los pensamientos y emociones negativas de tu vida. Aprendes que al hacer lo correcto y tener compasión te sientes más feliz”.

Hay quienes cuestionan durante todo el año su espiritualidad, precisa la psicóloga, pero durante la Navidad son muchos los que reflexionan cómo ser mejores seres humanos. Y muchas veces se hacen promesas para mejorar aspectos de la vida. “En este período los que queremos lograr espiritualidad, tenemos que recordar qué cualidades positivas son las que más enriquecen al ser humano: la compasión y el respeto a los derechos de los demás”, afirma la doctora.

Con la llegada de la Navidad muchas personas sienten que ya no son las mismas, porque evocan momentos vividos con seres queridos ausentes. Pero, aunque no tengamos algunos amigos o familiares queridos, podemos disfrutarla en plenitud con el apoyo y el afecto de los que nos rodean.

¿Cómo se puede combatir la tristeza que conlleva el festejo navideño?

Las compras compulsivas o centrarse en los excesos de alcohol y comida son caminos ficticios para combatirla. Lo ideal es preparamos espiritualmente con la oración y la introspección que son elementos fundamentales para abordar la espiritualidad y para reconectarnos y profundizar en las relaciones con otros. Una manera saludable es compartiendo los buenos pensamientos y sentimientos.

Un estado de quietud mental, acallando la mente de percepciones erróneas abre la puerta a nuevas ideas y pensamientos reconfortantes de paz y amor.
No es sólo en la época de Navidad que podemos recordar que todos formamos parte de un todo, que somos hermanos y estamos unidos por lazos invisibles y amorosos.

Podemos celebrar el nacimiento de Jesús en un clima de sobriedad y de sencillez, y con una actitud de solidaridad, centrados más en el dar que en el recibir.

En uno de sus libros, Escritos Misceláneos, la metafísica cristiana Mary Baker Eddy hace referencia a este nacimiento: “Y ¿qué de este niño? —’Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro’. Este niño, o idea espiritual, ha desarrollado un oído más atento para la obertura de ángeles y la comprensión científica de la Verdad y el Amor”.

Celebrar el nacimiento del Príncipe de paz, inclinándonos hacia lo espiritual, nos conduce al reconociendo de la plenitud del Amor.

¡Todo el tiempo es Navidad, pues valorar la paz y la generosidad es comprender su verdadero significado y vivirlas a diario!